La Habana – No es una noticia oficial, pero ya circula entre despachos diplomáticos y oficinas de gerentes extranjeros en la Isla: el Gobierno cubano habría bloqueado la repatriación de divisas a empresas extranjeras, alegando razones que aún no han sido explicadas con claridad. En juego están millones de dólares retenidos en cuentas bancarias, dinero que las compañías no pueden sacar del país y solo pueden utilizar en operaciones locales.

«Estamos en total desacuerdo. Ese dinero no es del Gobierno, es de las empresas», declaró a EFE uno de los afectados, bajo condición de anonimato. La inconformidad ha escalado hasta provocar que varios empresarios eleven sus quejas a sus respectivos gobiernos, generando el riesgo de una nueva fricción diplomática para La Habana.

En respuesta, las autoridades cubanas habrían ofrecido una solución parcial: la apertura de un nuevo tipo de cuenta en divisas, bajo un esquema piloto, reservado y aún rodeado de opacidad. Según fuentes consultadas por EFE, este nuevo formato permitiría operar sin limitaciones… pero con una condición: solo se admite capital fresco, enviado desde el extranjero. Nada de mover los fondos ya existentes en las cuentas bloqueadas.

Algunas compañías ya habrían comenzado a probar este sistema, aunque con reservas. Y no es para menos. El historial financiero del régimen cubano no genera precisamente confianza. Demasiados antecedentes: desde el peso convertible (CUC), que desapareció sin previo aviso, hasta la actual MLC, que se desvaloriza a espaldas del cubano común.

El rumor que corre en los pasillos empresariales apunta hacia GAESA, el todopoderoso conglomerado militar que controla buena parte de la economía cubana y que, según algunas versiones, estaría detrás de esta maniobra.

“Muchos empresarios ven esta propuesta como un mal necesario”, reporta EFE. Otros, sin embargo, no ocultan su escepticismo, conscientes de que cualquier ventaja prometida hoy puede desvanecerse mañana, como tantas otras iniciativas que han quedado en letra muerta ante la falta de transparencia del sistema.

La economista Rafaela Cruz, en su análisis para DIARIO DE CUBA, va más allá: «El problema no es la banca, sino el dueño del banco», afirma, señalando que la falta de confianza no radica solo en la iliquidez crónica del sistema financiero cubano, sino en el control político absoluto que lo administra. Añade que EE.UU. ve con malos ojos que sus dólares terminen en manos de un gobierno acusado de tráfico humano y apoyo al terrorismo.

Además, Cruz advierte sobre el «odio congénito al empresariado» que impera en la Isla, donde la inversión privada sigue siendo tratada con sospecha. «Sin confianza ni reglas claras, lo único que crece es el mercadeo informal, mientras la economía formal se marchita», sentencia.

La Habana, lejos de flexibilizar, continúa blindando sus mecanismos de control. Hace unos meses, el entonces embajador de España en Cuba, Ángel Martín, sugería abiertamente la necesidad de suavizar ciertas normativas “si de verdad se quiere atraer inversión extranjera productiva”. Pero, por el momento, el mensaje que recibe el empresariado internacional es otro: si pones tu dinero en Cuba, quizá no lo vuelvas a ver.

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