La Habana – Aunque el Gobierno insiste en que los nuevos parques solares están cumpliendo con lo prometido, lo cierto es que su aporte aún resulta insuficiente para revertir el escenario de apagones que asfixia a Cuba. La realidad energética de este lunes lo deja claro: más de 1000 MW se pierden por problemas estructurales, mientras la generación solar sigue limitada.

Ayer domingo, los ocho parques solares de 21,8 MW cada uno aportaron un total de 940 MWh. Sin embargo, eso no impidió que los cortes eléctricos se extendieran desde el amanecer hasta la 1:22 a.m. del lunes, según datos de la Unión Eléctrica (UNE). Un rendimiento solar positivo, sí, pero absorbido por un déficit demasiado profundo.

Y la semana arranca sin señales de alivio. A las 7:00 a.m. de hoy, el país ya registraba una afectación de 387 MW, con previsiones de que el déficit supere los 700 MW al mediodía. La generación distribuida, que debería apoyar en estos picos, está prácticamente fuera de juego: 91 centrales paralizadas por falta de combustible, una pérdida de 659 MW frente a la demanda nacional.

El panorama se agrava con cinco unidades térmicas fuera de servicio, otras plantas limitadas por razones técnicas (411 MW menos), y 79 MW adicionales perdidos por la falta de lubricantes. En total, más de 1000 MW ausentes, mientras los parques solares, en el mejor de los casos, apenas alcanzan los 174 MW de potencia conjunta.

Para colmo, no se prevé la reincorporación de ninguna de las unidades térmicas hoy, y la generación distribuida no sumará nuevos MW. La única esperanza parcial es el regreso de la unidad 1 de Energas Varadero, que podría aportar 20 MW adicionales durante el pico nocturno.

Según estimaciones oficiales, la generación total rondará los 1838 MW al caer la noche, frente a una demanda superior a los 3200 MW. El resultado: un déficit de hasta 1482 MW, que podría traducirse en apagones que afecten simultáneamente a más del 40 % del país.

El contraste es claro. Mientras se insiste en la promesa solar como solución estratégica, los cortes se prolongan, y el sistema energético nacional sigue atrapado en una dependencia crónica del combustible fósil y un parque termoeléctrico obsoleto. Los parques solares no necesitan diésel, es cierto, pero tampoco pueden encender una nevera a las 9 de la noche.

Hasta que la generación limpia no crezca de forma masiva y sostenida, y se acompañe de soluciones integrales —como almacenamiento energético y eficiencia en la red—, el sol cubano seguirá siendo más símbolo que salvación.

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